No vi a los Benteveios, ni a los Jacarandás flroecidos.
No vi al viento, ni a la frescura de la lluvia.
No vi al Río, ni a su cielo despejado.
No vi al Sol, ni a la encantada Luna llena.
No vi las Luciernagas, ni a la oscuridad de la noche.
No vi mi sombra, ni el brillo de mi alma.
No vi las señales, y fue ahi que dejé de ver...
(no vi nada y eso duele, mucho...)